Concepción encanta y enamora

El Festival de la Orquídea de Concepción es una actividad que se realiza anualmente durante el segundo fin de semana de octubre, época en la cual las orquídeas nativas ofrecen su floración. El Festival se inició en el año 2001 a iniciativa del Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible (Cepad), el gobierno municipal de Concepción y el Concejo Municipal de esa localidad, con el propósito de promover el potencial ecoturístico existente, conservar la orquídea en peligro de extinción y generar desarrollo económico local para sus habitantes.

Alrededor de una exuberante belleza natural se organiza un tejido empresarial y social que apuesta por el turismo como alternativa para mejorar su calidad de vida. Durante los tres días que dura el Festival, los acordes de violines chiquitanos nos transportan trescientos años a la época en la que su armonía era instrumento de evangelización y encuentro entre dos mundos diferentes. Fue ese lenguaje universal de la música que logró la apropiación de una herencia cultural sin los niveles de violencia que caracterizaba al proceso de colonización fuera de las Misiones Jesuíticas de Chiquitos. Estas reducciones, que hoy son pueblos de cultura viva, aún usan los templos de estilo barroco completamente restaurados para interpretar su historia a través de sus partituras musicales.

La calidez de la tierra roja encantada, adornada por piedras que dan vida a orquídeas en una simbiosis perfecta, sólo puede ser explicada en el Reino de Dios en la Tierra. Durante tres días, la orquídea se transforma en la reina, danzando al ritmo de la chobena de Contrapunto y la fusión del ritmo de Ronaldo Vaca Pereira. Son momentos que nos acercan a la aventura de conocernos, de saborear nuestra historia, de compartir a través del teatro El mito de la orquídea y la ilusión de un niño chiquitano.
En un pueblo de nombre El Encanto caminamos con la esperanza de nuestros guías, de los brazos abiertos de sus mujeres que conquistan con una sonrisa auténtica, ésa que aflora al sentirnos valorados y que regocija el alma de quien la recibe.

En Limoncito nos sorprende el atardecer. La tierra roja presta su color al sol, ése que nos guiña para hacernos cómplices de esperanzas. Un día termina, renace el amor oculto entre los pilares torneados del amante que bendice su existencia. Un suspiro que honra la creación, un beso furtivo, una danza apasionada, una lágrima, un trabajo bien hecho.
Un año más del Festival de la Orquídea. Un aporte más a nuestra ilusión.

Concepción encanta y enamora.

Fuente: El Deber.